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Frase del dia

Si la misión que Dios nos da es grande, grande debe de ser nuestra exigencia.

- P. Luigi Butera , Fundador

Predicando el evangelio

"Así como el padre me envió, así yo los envio a ustedes"

-Juan 20,21




















Somos Misioneros Servidores de la Palabra

P. Luigi Butera

El encuentro con Dios transforma el corazón y enciende el deseo de anunciarlo. Cuando se ha experimentado su amor, el silencio ya no es una opción: nace la urgencia de compartirlo con el mundo.

"Quien ha conocido a Dios no puede callar"

Padre fundador Luigi Butera

Carisma


Nuestro carisma se resume en el lema: “Evangelizar a los laicos para evangelizar con los laicos”. Esta misión la llevamos a cabo predicando con la Biblia en mano , llevando la Palabra de Dios a todos los rincones, formando discípulos misioneros comprometidos con la evangelización.

Somos un Instituto de Vida Consagrada Religiosa de Derecho Pontificio, compuesto por clérigos y laicos que, animados por el Espíritu Santo, emitimos votos públicos de castidad, pobreza y obediencia, viviendo en comunidad fraterna (Cfr. Can. 607 §2).

Como una sola familia espiritual, nos complementamos en la misión evangelizadora del Instituto, cada uno según su vocación específica, pero unidos por un mismo ideal. Además de los consejos evangélicos, compartimos un vínculo profundo de caridad , que entendemos y vivimos como un servicio cristiano generoso y auténtico.

Todos los miembros del Instituto participan de los mismos deberes y derechos , con excepción de aquellos que derivan del sacramento del Orden. Hemos elegido esta forma de vida consagrada como medio para favorecer nuestra santificación personal y para llevar con mayor eficacia el mensaje de salvación a quienes aún no conocen a Cristo.

La vida consagrada que profesamos imita más de cerca y hace presente continuamente la Iglesia, asumiendo, por impulso del Espíritu Santo, el estilo de vida que Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote, abrazó y propuso a sus discípulos: una vida entregada, misionera y profundamente enraizada en el Evangelio (cf. Vita Consecrata, 22).

Espiritualidad


La espiritualidad de los Misioneros Servidores de la Palabra es, ante todo, una forma concreta de vivir el Evangelio. Esta espiritualidad encuentra su raíz en el significado bíblico del nombre que nos identifica: Servidor de la Palabra. Esta identidad remite al mismo Cristo, quien proclamó: “No he venido a ser servido, sino a servir” (Mt 20, 28), y a los apóstoles, reconocidos como servidores de la Palabra (cf. Lc 1, 2).

Vivir como servidor implica seguir el ejemplo de Jesucristo, quien se entregó totalmente por amor. Por eso, el consagrado está llamado a conocer profundamente las exigencias del Evangelio, viviendo con una actitud misionera: no siendo del mundo, pero permaneciendo cercano a los hombres, para sentir sus angustias, compartir sus búsquedas y ofrecerles con convicción la Palabra que salva.

El Servidor de la Palabra se distingue no solo por su entrega, sino también por su formación sólida en Teología Bíblica, y, aún más, por su íntima sintonía con Cristo, fuente de un mensaje siempre vivo, actual y transformador.

Esta espiritualidad exige un estilo de vida caracterizado por la inquietud apostólica, el tesón y la iniciativa constante. El Misionero Servidor de la Palabra debe ser un hombre emprendedor, dinámico y audaz, decidido a llevar el Evangelio “a como dé lugar”, sin miedo, sin complejos y sin excusas. No hay lugar en este Instituto para el conformismo, la pasividad o la tibieza espiritual.

La parábola de los talentos (Mt 25, 14-30) ilumina esta vocación con fuerza profética. Cristo advierte con severidad al siervo que, por temor o comodidad, no hace fructificar lo que ha recibido. A ese lo llama “servidor flojo, malo e inútil”, y lo expulsa “a las tinieblas de afuera, donde hay llanto y desesperación”.

En consecuencia, ser Servidor de la Palabra es comprometerse con valentía, competencia y pasión por el Reino, para que nadie quede sin escuchar el mensaje de salvación que transforma vidas.